Cuando me ofrecí como voluntaria en la venta de la “Canchita misionera” creí que era una actividad como cualquier otra en el colegio, pero fue todo lo contrario.
Era la primera vez que participaba. Cuando tocaba el timbre del recreo, lo único que se me venía la mente era lo difícil que sería convencer a mis compañeros para que compren el producto, más grata fue mi sorpresa al encontrarme un tumulto de gente alrededor del puesto de ventas. Las personas venían a comprar más de dos veces en un mismo día únicamente con la intención de colaborar, otros incluso compraban porque sus familiares les encargaban. La cancha se vendió rápidamente y varios nos pedían por favor que les reservemos para el día siguiente.
Durante la venta pude darme cuenta de cómo varios hermanos menores venían a conversar u observar lo que ocurría. Uno de ellos me rogaba que lo dejase ayudar de cualquier modo; ya sea como vendedor ambulante, en el puesto y al final me pidió que lo dejase ir a pedir donaciones. Le di permiso y así de rápido como se fue, volvió con varias monedas en el tarro de donaciones y me dijo “te dije que harían que donen”. Nunca más volvería a dudar de un niño, pensé.
Desde pequeños nos han enseñado en Carmelitas los valores más importantes, que son oración, fraternidad y servicio. Muchas veces nos recuerdan la importancia de estos y cómo no debemos dejarlos de lado durante nuestro proceso escolar y fuera de este. En oportunidades como esta es cuando se demuestra que en los detalles más simples es donde más se resalta todo lo que nos han enseñado.
Esta fue mi única y última venta de la “canchita misionera” y me voy del colegio con la idea de que este proyecto es más de lo que nos pueden explicar en un vídeo. Solo cuando te vuelves parte del proceso puedes ser testigo de la unión que hay entre los alumnos carmelitas cuando se proponen una meta.
Escrito por Brunella González Miranda, 5D Secundaria